miércoles, 29 de julio de 2009

El arte de lanzar, según Jim Palmer

por Miguel Batista

SEATTLE -- Con una delicada corbata color salmón de pequeños puntos dorados y un largo gabán color oscuro se acercó a mí, llenando por completo la reputación de elegancia que le precedía. Me estrechó la mano y con una ferviente sonrisa me preguntó -- ¿Cuándo empezamos?

Tomamos asiento en el banco del dugout y sacando mi grabadora comencé mi cuestionario a mi invitado de esta semana, el gran ex lanzador de los Orioles de Baltimore y miembro del Salón de la Fama, el Señor James Alvin Palmer (Jim Palmer).

Nick Markakis y Jim Palmer

AP

Jim Palmer conversa con el jardinero Nick Markakis

Apretando el botón para iniciar la grabación, lo miré directamente y emití mi primera incógnita.

M.B.: Señor Palmer, usted ha formado parte de este juego por tanto tiempo, como lanzador y como comentarista. ¿Cree usted que el arte de lanzar se está perdiendo por la demanda de los equipos buscando lanzadores de poder?

J.P.: Yo en realidad creo que no; colectivamente sí, pero aún hay varios lanzadores en este juego que sí saben cómo lanzar. No es como en los tiempos de antes que la mayoría tenía que saber lanzar, pues no tenían la recta rápida que tienen los jóvenes de ahora.

Para mí el juego está volviendo a ser un juego de pitcheo y creo que una de las razones es el nuevo método de exámenes de drogas que, aunque no es un método perfecto, ha ayudado mucho a que la cantidad de cuadrangulares disminuya, a que la cantidad de intentos de robo de bases sea más alta y a que muchos tengan lanzadores que tienen que usar más la cabeza que la fuerza para poder ser efectivos.

Mucha gente tiene que entender que la base del gran secreto no está en lanzar juegos completos, sino en saber cuántas veces tienes que sacar fuera a un bateador en una noche. Por ejemplo, si sólo lo tienes que sacar fuera una vez por noche puedes tirar la pelota y no lanzar, pero cuando tienes que sacarle de out tres o cuatro veces en una noche, tienes que lanzar porque los bateadores harán los ajustes necesarios contra tus lanzamientos.

Los jóvenes casi siempre tienden a sobretirar la pelota, dejan de utilizar sus envíos rompientes, no utilizan ambas partes del plato y muchas veces te das cuenta que después que los bateadores los han enfrentado dos veces ya le comienzan a pegar. En nuestra generación los lanzadores nunca te enseñaban todo lo que tenían en la primera vuelta de la alineación, pues cuando llegaban a estar en una situación apretada podían sorprender al bateador con algo que él no había visto en toda la noche. En esta época, donde hay tantos relevistas, muchos no lanzan lo suficiente para aprender a conocerse y desarrollar la astucia como pitcher que los lleve a saber cómo salir de aprietos.

Glavine

Glavine

M.B.: Una vez Tom Glavine me contestó "que en estos tiempos muchos buenos serpentineros son ignorados en las menores porque no tienes una bola rápida que impresione a los scouts".

J. P.: Yo creo que uno de los grandes responsables de todo eso son los radares de velocidad. A mi parecer deberían apagarse y sólo mirar el trabajo realizado. Los radares le han alargado a muchos lanzadores sus carreras en el béisbol por el simple hecho de que poseen una buena recta rápida, pero nunca aprendieron a lanzar.

Yo jugué con grandes pitchers como Dave McNally, quien ganó veinte juegos cuatro veces y quien no era un lanzador con una gran recta rápida, al igual que Mike Cuellar, quienes aunque no tiraban alrededor de las 95 millas, sabían cómo mover la bola y lanzar dentro y fuera del plato.

Si el radar de velocidad fuera el único parámetro que dictara la calidad de los lanzadores, jugadores como Tom Glavine, Greg Maddux y Bobby Cuellar nunca hubieran llegado donde lo hicieron. Para mí una de las cosas que hicieron a esos hombres grandes lanzadores es el hecho que fueron maestros en lanzar en la zona baja y afuera.

Otra cosa que hizo a muchos de nosotros grandes en el arte de lanzar fue el factor de que sabíamos lanzar de acuerdo a los estadios y al ambiente. Y lo que quiero decir con esto es que, por ejemplo, en estadios como éste (Safeco Field), donde la pelota corre poco para la banda contraria, nosotros temprano en el juego establecíamos nuestra recta rápida, bajita y afuera, y forzábamos a los bateadores a batear hacia donde fuera más difícil de que la bola corriera. Si te fijas bien en estos tiempos el mover el infield contra los bateadores jaladores como Ortiz, Griffey, Branyan es cada día mas común, porque los bateadores al igual que los lanzadores no usan las ventajas que le dan los estadios.

En estos momentos todo el mundo enfatiza en la facultad de cambiar la velocidad de los lanzamientos y muchos se olvidan que la columna vertebral del pitcheo es mantener la bola alrededor de las rodillas. Una vez, cuando era joven, en una de nuestras reuniones de lanzadores, nuestro entrenador resaltaba sobre el mantener la bola bajita y uno de nuestros jugadores jóvenes le dijo que estaba cansado de escuchar siempre lo mismo, que lancen bajito, que mantengan la bola a la rodilla y nuestro entrenador le dijo: "ponlo de esta manera hijo, si Dios quisiera que los bateadores le pegaran bien a la bola bajita, les hubiera puesto los brazos en la cintura".

Maddux

Maddux

M.B.: Greg Maddux me dijo en una ocasión que él se convirtió en un lanzador ponchador cuando aprendió a poner la pelota donde él pensaba que los bateadores no podían alcanzarla, en vez de tratar de pasar a los bateadores con lanzamientos de fuerza.

J.P.: Yo ponché más de 2.000 peloteros en mi carrera, quizás hubiera podido ponchar más, pero para mí era más importante sacar al toletero fuera con pocos lanzamientos y tener la oportunidad de mantenerme lanzando al ser económico con mis tiros, que lanzando tan sólo seis o siete entradas con doce ponches y con 135 envíos.

La gente habla mucho de la cualidad de ponchar y la diferencia entre la cantidad de ponches y bases por bolas propinadas y se olvidan que los buenos lanzadores muchas veces no son buenos ponchadores, porque son lanzadores de contacto. No te ponchan diez jugadores por juego pero consiguen que le bateen de rodado más de quince veces por partido. Eso son los buenos lanzadores, los que obligan a los bateadores a poner la bola en juego temprano en el conteo. Son serpentineros duraderos, pues lanzan más entradas aunque no ponchen a muchos.

M.B.: Se me dijo una vez que cuando se trataba de lanzar en situaciones apretadas, nadie lo hizo mejor que usted, ya que nadie le pegó nunca un cuadrangular con las bases llenas.

J.P.: Para mí el secreto está en saber qué clase de pitcher eres y aprender a ser lo mejor que puedas con lo que tienes. El lanzador como todo líder de un pueblo o todo maestro debe estudiarse a sí mismo y buscar la manera de cada día ser mejor para él y los que detrás de él cuentan con su esfuerzo.

Muchos entrenadores de pitcheo tienen que entender que el arte de lanzar se basa en el tacto de la pelota, cómo sale de la mano, cómo se puede buscar la manera de repetir y repetir con efectividad un lanzamiento bien hecho y enseñar a los jóvenes a ser sus propios entrenadores para que sepan cómo reparar sus problemas cuando están en la lomita y no tenga uno que salir corriendo a recordarles las cosas básicas. Como, por ejemplo, no trates de sobretirar, mantente encima de la pelota, recuerda usar más tus lanzamientos rompientes &

M.B.: ¿Usted cree que la tecnología ha afectado mucho a los lanzadores en las mayores? Muchos jugadores comentan que el avance de la misma y el uso del video les ayuda a poder saber de antemano las tendencias de un lanzador mucho antes de que puedan enfrentarlos.

J.P.: Muchos bateadores han hecho una gran carrera estudiando los videos y saber con anticipación lo que muchos lanzadores hacen cuando tiene una tendencia. Han podido darse cuenta de quiénes son los que no pueden, por ejemplo, lanzar la curva por la zona de strike o quiénes son los que tienen por hábito lanzar la curva cuando están debajo en el conteo.

Para mí la tecnología del video ha hecho a muchos bateadores mejores ya que no tienen que enfrentarse a un lanzador y tener una noche de 2-0 para darse cuenta de la forma en que alguien puede lanzar.

En ese momento un joven pitcher de nuestro equipo se acercó y estrechando la mano al astro del montículo se sentó a escuchar las cátedras dictadas por el maestro. Yo sonreí levemente y recordé el épico poema Martín Fierro, escrito por José Hernández, y que Alberto Cortez con su interpretación hizo popular.

"Lo que pinta este pincel
ni el tiempo lo ha de borrar;
ninguno se ha de animar
a corregirme la plana;
no pinta quien tiene gana
sino quien sabe pintar"
FUENTE ESPN: